Estas letras de cada domingo ? matizadas bien, mal o regular – suelen apuntalarse sobre el vivir de cada jornada, y al no ser suficiente ese apoyo para hilvanarlas lo mejor posible, hacemos uso de indiscutibles lecturas, acercándonos a hombres y mujeres que nos han dejado páginas que nos ayuden a percibir el sentido de la realidad humana, no siempre comprendidas por nosotros, al ser nulos sobre muchas materias

Estas letras de cada domingo ? matizadas bien, mal o regular – suelen apuntalarse sobre el vivir de cada jornada, y al no ser suficiente ese apoyo para hilvanarlas lo mejor posible, hacemos uso de indiscutibles lecturas, acercándonos a hombres y mujeres que nos han dejado páginas que nos ayuden a percibir el sentido de la realidad humana, no siempre comprendidas por nosotros, al ser nulos sobre muchas materias.

En el libro ?La libertad, solo camino? , el autor francés Alexis de Tocqueville, ministro de Luis XVI, y que tanto analizó los vientos políticos en nuestra América Latina, reafirmaba que la democracia y el socialismo sólo poseen en común la igualdad, con una gran diferencia:

?La primera busca la equivalencia en la libertad y el socialismo la quiere en la privación y en la servidumbre?.

Tocqueville cinceló una escuela dotada de atractiva belleza.

?Pienso que yo habría amado la libertad en todos los tiempos; pero me siento inclinado a adorarla en la época en que vivimos?.

Funestamente, Luis XVI fue el último rey antes de la caída de la monarquía por la Revolución Francesa, así como el postrero que ejerció sus poderes de monarca absolutista en Francia.

Con su caída bajo la guillotina, Maximilien Robespierre, al que tanto temía y a la vez adulaba Joseph Fouché, que pasó a la historia como el cruel genio tenebroso, gritaba:

?Huid de la antigua manía de querer gobernar demasiado; dejad a los municipios el derecho de organizar sus propios asuntos, en una palabra, devolved a la libertad de los individuos todo lo que se les ha arrebatado ilegítimamente?.

Los días vuelan. Corría el final del siglo XIX, tiempo de expansión de la conciencia y la creación de nuevos signos quejumbrosos, faltando algunos años para encontrarnos con las páginas de ?Extraterritorial?, a cuyo autor, George Steiner, uno lo recuerda entre las notas biográficas escritas en el ?New Yorker?, la revista que dirigía William Shawn.

Aquel tiempo grumoso trajo un embarazo moral, la expansión de la conciencia y la creación de nuevos signos quejumbrosos. No era nueva la luz alargada sobre los muros, y con todo coexistía el respeto al ser humano y la certeza de ser portadores de valores inconmensurables enraizados sobre la propia esperanza tan necesaria en cualquier tiempo.

Años después llegaría la bestialidad sobre una cruz esvástica y el horror inundaría el horizonte de millones de personas hasta hacerles preguntar al cielo protector la causa de tan agonizante calvario.

El tiempo es cíclico y regresa, siendo así que el ?Simón Bolívar? de Pablo Neruda, al decir de sus exegetas, vuelve cada cien años, y el ?Bolívar? del dramaturgo español José Antonio Rial, tan inciso como el ?Marat-Sade? de Meter Weiss arrancado del Hospicio de Charenton, pervive en una lúgubre cárcel y habla con pesadumbre al presente efímero.

El autor canario ponía en labios del Padre de la Patria estas palabras:

?Hay que advertir a los desprevenidos de que la amenaza del fascismo es permanente. Es cierto: no existen de momento líderes carismáticos de estas hordas, pero en la conciencia de los que aspiran al orden total, al orden sin críticas, ni protesta, ni desobediencia; al orden presidido por un jefe infalible y más alto, en su jerarquía y autoridad, que el juicio de los moralistas, está tomando cuerpo ese soñado caudillo o führer.?

En su fuero interno y antes de dejar este mundo, el profético autor veía la sombra de una revolución que de bolivariana solamente tenía el nombre, aunque hubiera nacido en un abolengo de esperanza que llevó tras esa banderola millones ilusiones hoy abrasadoramente truncadas.

Sobraría una nimiedad de conciencia sobre los sistemas del ?orden-orden?, para saber que todo tentáculo de poder individualista se sustenta sobre la inquisición del pensamiento, en el hampa de los delatores y en la vergüenza de la sumisión interior.

Los dispuestos a entregar la libertad política a cambio del ?orden-orden?, no han reparado quizás en que eso es un pacto con el diablo, y que, una vez se convierta en amo, no hay respeto hacia los que han vendido su dignidad.

Rial vuelve a ser directo cuando la libertad desaparece de nuestras vidas, algo que sucede hoy en varios países:

?Llegado el momento, él se tomará tu negocio, tu fábrica, tu casa, tu mujer, y formará a tus hijos en sus dogmas. Y si no le ofreces la conciencia o si guardas para ti un reducto secreto de tu vida o de tu alma, te forzará este refugio, esta última celda de tu intimidad, con acusaciones de traidor, de relapso, con torturas, rendición vigilada o con la muerte?.

No es tampoco fácil vivir en democracia, porque se trata de una forma de cultura que requiere, más que ninguna otra, pensamiento, análisis, reflexión y decisiones claras y firmes.

En nuestra primera visita a la República Alemana, ante una invitación del gobierno, una de nuestras emociones fue ir la Puerta de Brandeburgo en Berlín. Ante la mirada de aquel muro que produjo docenas de muertos, encontramos estas palabras:

?La libertad es para el cuerpo social lo que la salud para cada individuo. Si el hombre dilapida el vigor ya no disfruta de placer; si la sociedad pierde la libertad, ésta se marchita y desconoce sus genes?.

Nuestra libertad, no es un discernimiento político ni una consideración partidista, y menos un privilegio. Es ley natural.

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