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Hace exactamente 100 años, el 13 de noviembre de 1922, Howard Carte r se encontraba en el Valle de los Reyes aguardando la llegada de su mecenas Lord Carnarvon , un noble británico aficionado a la arqueología. Nueve días antes, el aguador del equipo de búsqueda había tropezado con una piedra que resultó ser el comienzo de la escalinata que daba hacia la tumba de Tutankamón , un faraón del que poco y nada se conocía. Carnavon se moría por ver qué escondía la última morada del mal llamado ” niño rey ” (quien se cree murió a la edad de 19 años, por lo cual era todo un hombre para el promedio de vida de hace 3.300 años). La cripta había sido hallada casi intacta, con sus sellos reales inalterados, pero el tenaz arqueólogo y dibujante debía esperar la llegada de su mecenas. Ni Carter, ni Carnavon -ni nadie en el mundo- sabían que estaban en la antesala del principal hallazgo arqueológico de la humanidad: el que disparó la “egiptomanía” y el que sentó las bases de la investigación científica sobre el Egipto ancestral.

Pocos años antes, el expolio y el tráfico de objetos arqueológicos del antiguo Egipto se hacían sin ningún pudor (incluso se llegaron a utilizar momias como combustible para calderas de locomotoras). Y Uruguay -que no escapó a la fascinación global por el mundo de los faraones- se vio favorecido de ello.

La única momia que se encuentra en el país , perteneciente a la sacerdotisa Esoeris, fue traída en 1890 por el ingeniero Luis Viglione , expresidente de la Sociedad Científica Argentina entre 1885 y 1886, quien la donó originalmente al Museo Nacional de Historia Natural. Viglione adquirió la pieza un año antes en una subasta realizada en el Museo de Bulak, en El Cairo, junto a otra momia similar, aunque en peor estado de conservación, que cedió al Museo de La Plata.

El cuerpo momificado de Esoeris (Gran Isis) se exhibe desde el año 2000 en el Museo de Historia del Arte de la Intendencia de Montevideo ( MuHAr ), que se ha transformado en lo últimos años en el principal centro de divulgación científica de la cultura del antiguo Egipto.

El curador de la colección egipcia es Víctor Capuchio , un perito criminalista especializado en fotografía forense que ha tenido la oportunidad de trabajar para el Museo de Berlín, el Museo del Hombre en París y la Universidad de Lyon en Francia. También de ocuparse del relevamiento fotogramétrico y en 3D de dos importantes sitios arqueológicos de la ciudad de Luxor, en la orilla este del río Nilo. “Desde hace varios años damos cursos en el museo y organizamos viajes culturales a Egipto, donde visitamos sitios a donde no van habitualmente los turistas, como los yacimientos arqueológicos. Ya se está organizando uno para marzo, que va a ser diferente por el centenario de Tutankamón”, dice Capuchio a Revista Domingo.

Víctor Capuchio. Actividades en la intendencia Con motivo del centenario del hallazgo de la tumba de este faraón que gobernó Egipto entre 1334 y 1325 a. C., el MuHAr hará en los próximos días una serie de conferencias con la participación de egiptólogos de España, Brasil, Argentina y Uruguay (donde hay unas 20 personas solamente que se dedican, de forma más o menos constante, a la actividad).

En total serán 15 conferencias que se realizarán del jueves 17 al sábado 19 de noviembre, comenzando a las 10 horas, en el Salón Dorado de la Intendencia de Montevideo. Las inscripciones tienen un costo de US$ 40, destinados a pagar el hospedaje de los invitados internacionales. “Vamos a tener en forma presencial a siete egiptólogos argentinos, entre los que se encuentran dos mujeres que son directoras de excavaciones en Luxor: las doctoras Violeta Pereyra y Andrea Zingarelli. También vendrán dos egiptólogas de Brasil (Cintia Alfieri y Gisela Chapot), la momióloga española (antropóloga especializada en momias) Mercedes González y el arqueólogo Tito Vivas”, anticipó Capuchio. Vivas es también escritor y fundador de Sociedad Histórica, una agencia especializada en viajes culturales con sede en Madrid.

La última actividad de la agenda la hará la arqueóloga uruguaya Ana Gamas , quien realizará un tour por el cementerio del Buceo, donde -al igual que en el Central- hay varias tumbas con influencias arquitectónicas del antiguo Egipto, algunas de las cuales responden a vínculos con la Masonería. “A nivel funerario, la egiptomanía se ha reflejado desde finales del siglo XIX. A veces tiene relación con el gusto de la persona, o de los familiares que mandaron a hacer las tumbas”, dice Gamas a Revista Domingo.

Uno de estos casos es el del panteón de los esposos Santiago Oliveri y Corina Genta, que resalta por la esfinge que tiene en su parte superior. Se trata de un león con cabeza humana y nemes (pañuelo que usaban los faraones) rematado con una cobra erguida. Posee cuatro columnas simulando papiros, cuyos capiteles tienen la forma de la flor de esa planta con el capullo cerrado, y representaciones del rostro de Hathor, diosa de la alegría, la maternidad y el amor.

Otra tumba que destaca en el Cementerio del Buceo es la de Francisco Piria (sepultado en 1933) y su primer gran amor, María Magdalena Rodine Crossa. El panteón (en el que solamente se lee la inscripción “Yo y Ella”) está cargado de misticismo y símbolos alquímicos. Y destaca por sus elementos de la cultura egipcia como el sol, las alas de Isis y las cobras de la protección que pueden verse en las entradas de los principales templos del Egipto antiguo. En la parte trasera hay una víbora enrollada en sí misma, tal vez el Uroboros (serpiente mítica que se muerde la cola) y un personaje con un nemes a rayas.

Ana Gamas. Uruguayos en Egipto Capuchio trabaja en la Facultad de Arquitectura y en el Ministerio del Interior, por lo cual se dedica de forma autodidacta a la egiptología. Su pasión y conocimientos sobre la tradición egipcia le han permitido involucrarse con dos proyectos arqueológicos muy importantes. Uno de ellos es el de la tumba de Senenmut (siglo XVI antes de Cristo), el arquitecto y funcionario que alcanzó notable importancia durante el reinado de Hatshepsut, la primera mujer faraón (se dice incluso que fue su amante). Su tumba tiene el techo astronómico más antiguo de la historia descubierto hasta la fecha, que reproduce las constelaciones del hemisferio norte y una tabla astral que permitía medir los movimientos celestes y de planetas del sistema solar.

El segundo es en la tumba de Neferhotep, un soberano de la dinastía XIII que reinó del año 1697 al 1686 a. C. La misión de la Universidad de Buenos Aires en Luxor (con la que Capuchio está vinculado) implementó un proyecto que se propuso la investigación y conservación del sitio en colaboración con un equipo de técnicos de Alemania.

Otro uruguayo que ha tenido en los últimos tiempos una participación activa en campañas arqueológicas, de investigación y difusión, es Ernesto Graf (hermano de la modelo Martina Graf), quien se encuentra radicado en Egipto y participará de forma remota de las charlas previstas para la semana próxima en Montevideo. Aunque Graf es de formación mayormente autodidacta, también ha cursado estudios de egiptología en diversas universidades europeas. En 2010 se mudó solo a Luxor, desde donde escribe en su blog antiguoegipto.org .

Museo en Ejido y 18 La momia de Esoeris es la joya de la colección egipcia del MuHAr. Pero también hay buenas reproducciones. Una es el retrato policromado de la reina Nefertiti, copia del original que se encuentra en el Museo de Berlín (vaciado por el escultor Luis Ricobaldi). Otra es una estatua de Kefrén (constructor de una de las más famosas pirámides), cuyo original está en el Museo del Cairo.


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