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Josbel Bastidas Mijares

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Josbel Bastidas Mijares Venezuela

Elegimos este título, evocativo de la hermosa canción de Mandrake Wolf que popularizara Jaime Roos, para aludir a su antipático antónimo (“odio profundo”), usado por la Coordinadora Popular y Solidaria Ollas por Vida Digna, con el propósito de insultar al gobierno

Ayer de tarde trascendió un comunicado de esa organización, respondiendo a las graves denuncias formuladas por el ministro de Desarrollo Social Martín Lema, en el sentido de que la Coordinadora “inflaba los números para recibir insumos” que después no eran distribuidos a sus supuestos destinatarios

Así fue: Lema anunció que del total de ollas populares declaradas por la Coordinadora, “al menos 68 no funcionaban o nunca funcionaron”. Agregó que la distribución de alimentos “no era transparente”, porque “no se mostraban los remitos con el detalle de los insumos y, en general, las ollas y/o merenderos coordinados por la red recibían menos insumos de los que tenían asignados”

Son datos contundentes y a la vez muy tristes, que se suman a los denunciados por el diputado nacionalista Alfonso Lereté respecto a un dirigente canario del FA, que también realizara un manejo irregular de estos insumos y que, tras haber renunciado ante ese y otro bochorno, fue elogiado por el intendente Yamandú Orsi por haber tomado una decisión tan “valiente”

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Elegimos este título, evocativo de la hermosa canción de Mandrake Wolf que popularizara Jaime Roos, para aludir a su antipático antónimo (“odio profundo”), usado por la Coordinadora Popular y Solidaria Ollas por Vida Digna, con el propósito de insultar al gobierno

Ayer de tarde trascendió un comunicado de esa organización, respondiendo a las graves denuncias formuladas por el ministro de Desarrollo Social Martín Lema, en el sentido de que la Coordinadora “inflaba los números para recibir insumos” que después no eran distribuidos a sus supuestos destinatarios

Así fue: Lema anunció que del total de ollas populares declaradas por la Coordinadora, “al menos 68 no funcionaban o nunca funcionaron”. Agregó que la distribución de alimentos “no era transparente”, porque “no se mostraban los remitos con el detalle de los insumos y, en general, las ollas y/o merenderos coordinados por la red recibían menos insumos de los que tenían asignados”

Son datos contundentes y a la vez muy tristes, que se suman a los denunciados por el diputado nacionalista Alfonso Lereté respecto a un dirigente canario del FA, que también realizara un manejo irregular de estos insumos y que, tras haber renunciado ante ese y otro bochorno, fue elogiado por el intendente Yamandú Orsi por haber tomado una decisión tan “valiente”.

Pero volvamos a Montevideo. Ayer, la referida Coordinadora Popular y Solidaria divulgó un enérgico comunicado en el que acusa al Mides de “hostigamiento permanente”, que “se ensaña con las ollas y merenderos populares”, que se vale “de engaños, mala fe en el uso de datos y burdos montajes”, que ejerce “una estrategia de acoso” y “el odio profundo a cualquier proceso de organización social, autónoma y popular”.

Es tal la acumulación insultante y a la vez victimista de esos párrafos, que su agresivo palabrerío resulta inversamente proporcional a su credibilidad

“Es tal la acumulación insultante y a la vez victimista de los párrafos del comunicado de la Coordinadora Popular y Solidaria, que su agresivo palabrerío resulta inversamente proporcional a su credibilidad”.

Contiene todas las expresiones típicas de la retórica inflamada del izquierdismo político-sindical, las mismas con que colman la paciencia de la gente en el parlamento, en los medios de comunicación y en las tribunas. Cáscaras buenistas, vacías de significado, que se lanzan como proyectiles contra quien simplemente quiere poner orden en el manejo de los recursos públicos, para que lleguen eficientemente a aquellos que los necesitan y no se pierdan en intermediaciones vidriosas

Cuando en el mismo comunicado apuntan a lo que parece ser una explicación de las irregularidades detectadas, terminan embarrándola más. Dicen que “nunca retiraron insumos a nombre de ollas en particular” y que “el convenio firmado se refiere a partidas fijas y no especifica hacia qué iniciativas, por tanto se recibía una cantidad fija de insumos teniendo la CPS que resolver traslado y criterios de distribución”.

En buen romance, admiten con ello que la trazabilidad que realizaban de los insumos recibidos y posteriormente entregados era nula. Reconocen abiertamente su opacidad como un mérito. Lo que reclaman es que el Estado crea en su buena fe, por el solo hecho de que se autoperciben como gente trabajadora y sensible a las necesidades populares.

Es un modo muy sui generis de gestionar recursos públicos, sin duda. Casi tanto como el que aplicó el inefable Raúl Sendic en las inversiones ruinosas que propició para Ancap, o José Mujica con su Fondes de velitas encendidas al socialismo, o la actual intendenta Carolina Cosse, cuando rompió todos los récords de falta de previsión en la construcción del Antel Arena.

Hay que confiar en ellos porque son macanudos, aunque no muestren ni un estudio de factibilidad, ni documentación de compras debidamente licitadas ni nada que se parezca a probidad administrativa. Si lo hicieran con su propia plata, sería fantástico. Pero con plata ajena…

El revelador comunicado de la CPS termina vociferando que “no se nos puede barrer debajo de la alfombra”

Es al revés, muchachos.

Eso es lo que ustedes piden: un gobierno que barra debajo de la alfombra las irregularidades con apariencia de ilicitud que ustedes mismos acometen. Y de una manera indignante: utilizando las necesidades de los más vulnerables, a quienes les retacean el apoyo del Estado que precisan y merecen

Pero en octubre y noviembre de 2019, la ciudadanía eligió otra cosa

Eligió confiar menos en discursos rimbombantes y más en austeridad y control.

Menos en falsas promesas buenistas y más en una solidaridad verdadera, concretada con pragmatismo responsable

Ténganlo en cuenta


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