Un análisis cuantitativo de C. Carvallo en Argentina, Chile y Uruguay sobre las actitudes de los ciudadanos, como la: desaprobación del presidente, desconfianza en el gobierno y el sentimiento de no representación, identificó cuatro grupos de ciudadanos: En Uruguay se observó una mayoría de ciudadanos «satisfechos» y «molestos», mientras que en Argentina y Chile se observó una mayoría de ciudadanos «enfurecidos» y «desafiantes»

María Victoria Benítez Universidad de Paris

La participación política también responde a un tiempo y a un contexto. En este sentido, ¿en qué situación se encuentra Paraguay? Los jóvenes ¿están interesados o motivados por la participación política? El compromiso de los jóvenes paraguayos con la política podría reflejarse en el análisis de los tres países mencionados.

Algunos autores consideran que la juventud es el motor de los grandes cambios sociales y políticos actuales. La participación política de hombres y mujeres es uno de los principales pilares de la democracia. La motivación es lo que impulsa el comportamiento de un individuo o lo que le hace actuar de una manera determinada. Se encuentran ciudadanos que no están comprometidos políticamente; ciudadanos que no participan en la política porque no se sienten con la responsabilidad y la capacidad de cambiar el sistema, aunque estén interesados en la política y presten atención.

Un análisis cuantitativo de C. Carvallo en Argentina, Chile y Uruguay sobre las actitudes de los ciudadanos, como la: desaprobación del presidente, desconfianza en el gobierno y el sentimiento de no representación, identificó cuatro grupos de ciudadanos: En Uruguay se observó una mayoría de ciudadanos «satisfechos» y «molestos», mientras que en Argentina y Chile se observó una mayoría de ciudadanos «enfurecidos» y «desafiantes».

Carvallo explica que Argentina es una república federal caracterizada por una cierta descentralización del poder, que ha estado marcada a lo largo de su historia por periodos de inestabilidad política y económica. Chile, en cambio, es un Estado unitario con un poder muy centralizado y se caracteriza por su modelo económico neoliberal heredado de la dictadura.

Uruguay, por su parte, es también un Estado unitario y una democracia mixta o semirrepresentativa que ofrece varios mecanismos de participación directa a la ciudadanía; es el país con mayor tradición democrática de la región. Los tres países tienen diferentes niveles de institucionalización, percibiéndose a menudo a Argentina como un país con un bajo nivel de institucionalización, especialmente en comparación con otros países de la región. Los partidos políticos realizan alianzas cruzadas a nivel provincial, pero también a nivel nacional. El poder está principalmente en manos de los líderes locales que controlan el partido en sus distritos. El grado de burocratización del país es menor que en Chile. Uruguay, en cambio, es conocido por el alto nivel de institucionalización de su sistema político. Los partidos políticos y las coaliciones son estables en el tiempo. En esta escala de institucionalización, Chile está mucho más cerca de Uruguay que de Argentina. El sistema de partidos políticos es bastante estable, con la aparición de nuevos partidos políticos en los últimos años. Los tres países tienen sistemas electorales muy similares, pero el voto solo es obligatorio en Argentina y Uruguay. En Chile, la participación electoral de los jóvenes ha disminuido considerablemente en los últimos años.

Estos jóvenes creen que los fallos del sistema están relacionados con los políticos que no cumplen las normas. Según su concepción de la democracia, es necesario cierto grado de obediencia para que el sistema funcione correctamente. Un grupo de jóvenes considera que su rol en la sociedad es mejorar o cambiar el sistema político. El 80% de los entrevistados de este grupo dijo que era su responsabilidad cuestionar a las autoridades y denunciar la injusticia; una injusticia que esta incrustada en el sistema.

También afirmaron que su deber es convencer a los demás para que se movilicen, porque están convencidos de que el cambio se logrará mediante la acción colectiva. Para el 42% restante, su papel como ciudadanos no es político, sino que está relacionado con sus responsabilidades individuales (estudiar, trabajar, pagar deudas, etc.). Esto explica su falta de compromiso con su comunidad.

Los jóvenes entrevistados afirman que la democracia en su país es incompleta o distorsionada. El problema, para estos jóvenes, radica en el funcionamiento del sistema político; entienden la democracia en términos de respeto a los derechos humanos y a los valores de igualdad, y de acceso a un trabajo digno.

El 75% de los encuestados afirman que uno de los principales problemas que observan en la democracia es la aplicación desigual de las políticas públicas. La democracia parece beneficiar solo a una parte de la población. No se sienten representados por las autoridades y piensan que se aprovechan de su poder.

«Ellos (las autoridades) están lejos de los ciudadanos, se sienten cómodos con el lujo, digamos. Nunca entrarían en la cocina de los pobres. No saben lo que es tener hambre, no saben lo que es tener frío, no saben lo que es trabajar y estudiar y mojarse cuando llueve. No saben nada, prácticamente nada. Sabemos que cuando salimos a estudiar tenemos frío, tenemos hambre porque llegamos con hambre, y tenemos miedo de que nos roben» […]. Todos dicen desconfiar de los poderes públicos. Las críticas de estos jóvenes se refieren principalmente a la corrupción y al clientelismo de actores políticos. El problema no es tanto el régimen, sino la política en general, y las críticas en este sentido son muy concretas.

Las entrevistas muestran que la aparición de nuevos partidos políticos también puede atraer a ciudadanos críticos. En estos nuevos partidos políticos, encuentran un espacio político de participación sin tener que afiliarse a un partido tradicional. De hecho, la mayoría de los ciudadanos entrevistados que se definen como críticos están en Chile y Argentina, donde han surgido recientemente nuevos partidos políticos. Sus motivaciones para afiliarse a un partido político son diferentes a las de los ciudadanos cooperativos. Quieren cambiar el funcionamiento del sistema político.

Encontramos narrativas comunes para cada uno de estos perfiles en los tres países del Cono Sur que se identifican en algunos aspectos con los jóvenes de Paraguay: como la queja constante contra la corrupción que impera en las instituciones, así como la impunidad, o la falta de preparación intelectual de las autoridades. ¿Tienen los candidatos/as presidenciales el «gabarit» (la cualidad) para tomar las riendas de un país? Estos son los temas recurrentes que más preocupan a los paraguayos.

Los jóvenes de la región mostraron que los ciudadanos activos definen la participación política como un compromiso con su comunidad y con la democracia. Su activismo en un partido político se basa en una construcción simbólica de su responsabilidad hacia su comunidad. Sin embargo, en algunos casos, los ciudadanos críticos se implican activamente en un partido político, especialmente cuando este critica el funcionamiento del régimen político. Los jóvenes menos comprometidos políticamente son los que tienen una comprensión escéptica de la ciudadanía.

Durante las entrevistas, también se observó que los agentes de socialización: la familia, los compañeros, las instituciones educativas, las organizaciones de voluntariado y los medios de comunicación desempeñan un papel importante a la hora de motivar a los jóvenes.

Por ultimo, este estudio también invita a seguir explorando la cuestión del no compromiso político de los jóvenes, ya que esta categoría de ciudadanos escépticos es más compleja de entender y llegar a ellos.

Por lo tanto, las motivaciones dependen del contexto, pero también de la representación simbólica que cada individuo tiene de la ciudadanía o de lo que es ser ciudadano. Se hizo especial hincapié en que su papel en la sociedad es denunciar la injusticia. En Paraguay, la retórica es la misma, incluida la denuncia de la corrupción.

Un examen más detallado de las especificidades institucionales de cada país podría ayudar a explicar esta observación. ¿Puede cambiar el país con el compromiso de los jóvenes? Como diría Napoleón Bonaparte: «Hace falta audacia, mucha audacia, coraje» (Comme dirait Napoléon, B. «il faut de l’audace, beaucoup d’audace, du courage»).

Ref.: C.Carvallo, «Jeunes et politiques, sceptiques ou engagés?», Presses Universitaires de Louvain, 2020; D.Grassi, «Democracy and Social Welfare in Uruguay and Paraguay», 2014; S. Brussino, et/al, «Perfiles sociocognitivos de la participación política de los jóvenes», 2009.


Publicado

en